Archivo por meses: enero 2012

¿Gestión del cambio o del recorte?


Antonio Ansón. Licencia CC

He vivido cambios grandes y pequeños en la Administración. Pero sobre todo pequeños, que afectaban solo a algunas unidades administrativas.

He asistido a la redenominación de ministerios, secretarías, direcciones generales, etc., sin que los cambios de organización que traían consigo aportasen una nueva manera de trabajar.

Últimamente vengo leyendo los blogs más o menos especializados en materia de recursos humanos y en administración pública, buscando ideas sobre la gestión del cambio en las Administraciones Públicas. Y se leen ideas interesantes y muchas invitaciones (y algunas soflamas) al cambio. Pero muy pocas experiencias en las que inspirarse. Dejo aquí, no obstante, una referencia al libro «Reflexiones zombies» que podréis descargar en la biblioteca Savia de la EOI.

El hecho de recortar en una unidad administrativa (o en mil) un ministerio, consejería, ayuntamiento, etc., no nos dice nada acerca de si la Administración va a prestar a los ciudadanos mejor o peor el servicio público de que se trate. De igual modo, aplicar herramientas TIC avanzadas a estructuras decimonónicas, no llevará a un cambio real, sino a presentaciones a todo color de proyectos artificiosos a mayor gloria del último preboste  electo.

Por otro lado, de los cambios que he conocido, algunos han servido para alcanzar objetivos públicos con más eficacia, los menos, con mayor eficiencia, y la gran mayoría han dejado todo como estaba. Y es que pienso que el cambio en las estructuras administrativas, por sí solo, si no va a acompañado de un cambio de mentalidad que empuje a trabajar de otro modo y con otra orientación, no lleva a ninguna parte.

Además queda el enfoque del cambio. Traigo un interesante artículo que ha suscitado estas reflexiones:  Artículo de Rodrigo Tena en El Mundo: “El médico de sí mismo” | ¿Hay Derecho?. Mejor que lo impulse la sociedad civil que quien obtiene beneficio o está implicado o afectado por él.

En un momento en que cada euro de impuestos duele, los ciudadanos tenemos derecho, más derecho que nunca, a exigir que se nos presten los mejores servicios públicos posibles, acordes al esfuerzo fiscal que estamos realizando.

La visión de la Administración Pública del ciudadano debe ser tanto de patrocinador (contribuyente) como de destinatario real de toda su actividad (cliente). Y con esa visión ha de revisarse hasta el último rincón de actividad administrativa para rendir cuentas de su utilidad, directa o indirecta, para los ciudadanos y la sociedad.