¿Las Administraciones Públicas tienen líderes o jefes?


///Gerardo Bustos///  ¿Tienes jefes o tienes líderes? ¿Tú mismo eres jefe o eres líder? Que en las Administraciones Públicas nos hagamos la pregunta, al menos es algo. Lo malo es que la respuesta nos la tememos. La propia cultura de la organización alimenta la jerarquía y se siente cómoda pensando en la estructura de un ejército sin uniforme. En este post tienes 40 puntos de reflexión para la diferencia; repásalos uno a uno y responde tú mismo a la interrogante de lo que tienes por encima y lo que eres hacia abajo. 

Al hilo del interesante post de Gema T. Pérez Ramón días atrás en este mismo blog, sobre la figura del líder en la Administración, he querido traer a debate un tema que me preocupa desde hace muchos años: ¿Las Administraciones Públicas tienen líderes o jefes? Voy a empezar contando el final de la película que yo pondría en este guion: en mi opinión, en las Administraciones Públicas hay muchos jefes y pocos líderes. No obstante, mi interés es llevar al lector a su propia reflexión. Vamos a ver las principales peculiaridades y distintivos entre un jefe y un líder en las Administraciones Públicas. Y a partir de ahí, que cada cual mire a su alrededor.

La cultura de las Administraciones Públicas, esa que no logramos cambiar de ninguna manera, arropa totalmente la supuesta eficacia de la jerarquía y la supuesta seguridad del conservadurismo. Rara vez encuentras en los métodos y requisitos de selección el planteamiento del liderazgo; eso sin mencionar el más viciado sistema de concursos o el anquilosado mecanismo de fijación de las férreas e inflexibles relaciones de puestos de trabajo (RPT). Y ya se sabe que si siembras patatas no vas a recoger pimientos.

Pero lo mismo estoy equivocado por puro empeño. Veamos algunas de las cualidades que más definen a líderes y jefes en las Administraciones Públicas:

El gobierno a principio de los años treinta advierte a los empleados públicos contra las críticas. (Fuente Archivo Central Ministerio de Hacienda)

El gobierno a principio de los años treinta advierte a los empleados públicos contra las críticas. (Fuente Archivo Central Ministerio de Hacienda)

EL JEFE ES JEFE

  • ¿Quién tiene el mando? El jefe manda, basa su actuación en la autoridad del puesto que ostenta. El líder pone la cooperación en el centro de su proceder.

  • ¿Hay galones visibles? El jefe en las Administraciones Públicas tiene los galones bien visibles y se ocupa de que sea notorio: tamaño y ubicación del despacho, secretaría nutrida, coche oficial, mobiliario, etc. El líder, en cambio, lo es por sus conocimientos y experiencia, y no se ocupa del despacho; piensa más en la funcionalidad que en la apariencia. 

  • ¿Quién dirige? El jefe siempre dirige. El líder nos conduce, es un guía.

  • Apoyado en los niveles. El jefe centra su poder en el nivel que tiene en la organización, la denominación real del puesto. El líder rebosa autoridad moral y peso profesional, ni siquiera tiene por qué ser la persona con el puesto más elevado.

  • Con miedo. El jefe inspira temor, y buena parte de su fuerza la basa en ser temido; lo que logra es que se le ponga buena cara por delante y se le critique por la espalda. El líder inspira confianza y genera cariño a su gente.

  • Ordeno y mando. El jefe imparte instrucciones y da órdenes; impone sus métodos de hacer las cosas. El líder guía y aconseja; da ideas.

  • Minorías problemáticas. El jefe ordena y manda muy preocupado por la minoría problemática de la organización. El líder trabaja codo con codo con la mayoría que colabora.

EL PERFIL

  • ¿Seguridad en sí mismo? El jefe es inseguro y eso explica muchas de sus actuaciones y comportamientos, como el hecho de rodearse de personas mediocres de perfil bajo, para que no le hagan sombra. El líder, por el contrario, es una persona segura y busca a los mejores para su equipo; no tiene ningún miedo a que le puedan hacer sombra.

  • ¿El puesto te pone? El jefe tiene apego al mando, el puesto en sí mismo y los galones le ponen. Al líder lo que realmente le pone es hacer cosas, lograr que el proyecto lleve su marca, aunque él no sea la máxima jerarquía; llegado el caso, cuando ocupa un puesto jerárquico puede llegar a dimitir si no puede sacar adelante el proyecto.

  • Pelotas en primera fila. El jefe necesita que le digan los guapo y estupendo que es, y de ahí que con frecuencia se rodee de pelotas dispuestos a callar los problemas y a alabar cualquier mínimo detalle. El líder busca personas que hablen con sinceridad, para conocer sus opiniones reales, aunque sean contrarias.

  • ¿Pelotas o sinceros? El jefe adula a sus superiores, porque el perfil que conoce y valora es el de ser fuerte con el débil y débil con el fuerte. El líder es sincero con sus superiores, habla claro en la seguridad de que con eso aporta.

  • ¿Se aprende? A ser jefe se puede aprender; de hecho es la tentación fácil. A ser líder no se aprende, aunque se cultiva; no deriva del estudio, sino que es espontáneo y surge de la pasión de las personas y de su capacidad de compromiso.

SUBIDOS AL CARRO

  • El protagonismo. El jefe habla en primera persona, no se quita el “yo” de la boca. El líder habla en tercera persona, de “nosotros”, de “mi equipo”.

  • ¿Quién lo hace? El jefe dice “haced esto”. El líder dice “hagamos esto”.

  • Predicar con el ejemplo. El jefe exige desde una posición de pedestal. El líder se aplica la exigencia del buen ejemplo, de cumplir el primero, bajo la idea de que no se puede pedir a los demás lo que tú no haces; así se compromete con sus acciones.

  • La sordera no tiene lugar. El jefe está encantado con lo que sabe y la gran experiencia que tiene, le gusta oírse a sí mismo y sabe lo que hay que hacer; no necesita opiniones de sus subordinados. El líder sabe que una de las cosas que tiene que hacer es escuchar a su equipo y potenciar las buenas ideas que surgen de ellos; la escucha activa es fundamental.

  • ¿Hay transparencia? El jefe sabe cómo se hacen las cosas, pero se guarda el secreto del éxito. El líder enseña cómo se deben hacer las cosas y prepara a su gente para que puedan actuar con la mayor eficacia posible.

  • ¿Hay equipo? El jefe tiene a su cargo personas. El líder genera equipo a su alrededor.

  • ¿Qué son tus trabajadores? El jefe tiene subordinados. El líder tiene colaboradores.

  • Gente ordinaria, gente extraordinaria. El jefe tiene gente ordinaria a su alrededor, sin entusiasmo. El líder convierte a la gente ordinaria en extraordinaria, porque las involucra en un proyecto importante.

  • Correas de transmisión. El jefe impone su voluntad, a veces hasta el último detalle, convirtiendo a sus empleados en simples correas de transmisión sin creatividad ni iniciativa. El líder busca las ideas y planteamientos de su equipo y aporta las suyas antes de decidir, de manera que se sienten involucrados.

  • Divide (al equipo) y vencerás. El jefe tienden a mantener divisiones entre su equipo, para que no crezcan ni le hagan sombra. El líder mantiene el equipo unido para alcanzar su mayor grado de eficacia.

  • Delegar. El jefe manda sobre todos y vigila a todos con desconfianza. El líder no tiene miedo en delegar, porque sabe que la única manera de avanzar es delegando en su gente.

  • Responsabilidad. Si algo sale mal, el jefe te echa las culpas. El líder asume la responsabilidad, y hace todo lo posible para corregir los errores cometidos y soluciona los problemas que se generan.

  • ¿Quién se queda la medalla? El jefe se arroga el éxito y se cuelga la medalla. El líder presume de equipo y convierte a su gente en protagonista del triunfo.

  • Errores y culpables. El jefe destaca los errores y regaña por ello al culpable, al que no le admite excusa. El líder utiliza los errores para aprender y mejorar, los discute con el empleado para ver la manera de corregirlos y le ayuda a rehabilitarse.

TRATO A LA GENTE

  • Clima laboral. El jefe genera en su entorno un resentimiento creciente. El líder siembra entusiasmo a su alrededor.

  • Entre la cohesión y el estrés. El jefe es mencionado por la mayoría de los trabajadores como un factor altamente estresante en el desempeño de su trabajo. El líder con su estilo propicia la cohesión entre los trabajadores, el buen ambiente y la mejora de la productividad.

  • Aburridos en el curre. Con el jefe el trabajo se vuelve algo muy formal, monótono y aburrido. Con el líder el trabajo es interesante, creativo, con movimiento.

  • Síndrome de lunes. El jefe convierte el trabajo en una carga desagradable para sus subordinados, que viven el trabajo con el síndrome de lunes permanente. El líder hace el trabajo mucho más llevadero y consigue que los colaboradores vean cada encargo como un privilegio hacia ellos, una muestra de la estima en que lo tiene el líder para encargarle esa tarea.

  • El valor del encargo. El jefe le dice al subordinado “te necesito para tal o cual trabajo ahora”. El líder le dice al colaborador “con la carga de trabajo que tienes, ¿puedes hacerte cargo de este importante proyecto?”

  • Trabajadores recompensados. El jefe piensa que la única recompensa válida es la remuneración y el ascenso. El líder cree en la recompensa permanente, potenciando todo tipo de recompensas: la frase personal y directa, las muestras de confianza, la palmada en el hombro, la felicitación, la valoración pública, el reconocimiento, etc.

  • ¿Números o personas? El jefe está centrado en los sistemas y procedimientos, y usa a las personas como meros números que componen su fuerza. El líder se centra en la personas, y conoce a cada colaborador y sabe de qué pie cojea, particulariza el trato y se apoya en las peculiaridades de cada uno.

DINÁMICAS DE GOBIERNO

  • Con los manguitos puestos. El jefe es un tramitador nato, lo suyo es el expediente impecable, el trámite en sí mismo. Para el líder el trámite es un mecanismo que hay que respetar, para poder llevar a cabo lo que plantea el expediente.

  • Oportunidad de servicio. El jefe disfruta con la autoridad que deriva del privilegio del mando. El líder valora la oportunidad de servicio; de hacer cosas.

  • ¿Problemas a mí? El jefe ve los problemas que pueden ser negativos para la organización. El líder se crece con las dificultades y ve los problemas como oportunidades para que el equipo de trabajo demuestre lo que vale y la organización avance y mejore.

  • La visión global. El jefe piensa a corto plazo, aborda la situación gestionando cada momento hasta conseguir la meta, viviendo cada obstáculo como un problema sobrevenido. El líder piensa a largo plazo, tiene la visión del camino a recorrer para llegar a la meta deseada y sabe los obstáculos y problemas que surgirán, pero sabe que podrán con ello. Es una de sus principales peculiaridades, porque en realidad un líder sin visión se queda en mero jefe.

  • ¿Adelantarse a los acontecimientos? El jefe llega a tiempo a los problemas, los aborda cuando aparecen. El líder se anticipa, está viendo un poco más allá que los demás y se adelante a los acontecimientos.

  • Innovación. El jefe está pendiente de la empresa y no quiere riesgos; simplemente administra. El líder observa dentro de la empresa y también lo que ocurre fuera, los avances, y está dispuesto a innovar para avanzar y ser más competitivos.

EN GENERAL

  • ¿Quién es qué, qué es quién? Las organizaciones y empresas en general, y la Administración en particular, están llenas de jefes, muchos de los cuales se creen que son líderes. Están equivocados. Un líder no es lo mismo que un jefe y un jefe no es lo mismo que un líder. Generalmente el jefe no es líder y el líder, por su parte, no necesariamente es la persona en el escalón más alto de la organización.

RESUELVE LA ECUACIÓN TÚ MISMO

Como señalaba al principio, personalmente pienso que uno de los más graves problemas de la Administración Pública es la hemorragia de jefes frente a la clamorosa ausencia de líderes. También en este aspecto la Administración está pendiente de una modernización estructural y cultural. En los últimos años se ha asentado la línea de desaparición progresiva de las grandes jerarquías, dando lugar a estructuras más planas. 

Mira a tu alrededor y tómate la molestia de repasar estos 40 puntos uno por uno, poniendo una calificación, referida a un mando en concreto, a un grupo de mandos o a ti mismo. Suma los puntos en dos columnas, una para el jefe y otra para el líder, puntuando de 0 a 5 si se cumplen en mayor o menor grado las definiciones de jefe o la de líder, respectivamente.

Lo más probable es que la figura no sea totalmente nítida en una u otra dirección. Es decir, no encontraremos a jefes con algunos componentes de liderazgo y a líderes con algunos componentes de jefe; pero generalmente uno de los dos primará sobre el otro. Si uno de los dos alcanza el 70% de la puntuación, es que la respuesta a la pregunta que titula este post no ofrece dudas. 

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21 comentarios en “¿Las Administraciones Públicas tienen líderes o jefes?

    1. Ramón

      Sencillamente demoledor. Este artículo hace escombros la organización-empresa en la que trabajo y pone el dedo en la llaga que lastra las administraciones públicas y en sus posibilidades de mejora de su calidad y productividad. Muchas gracias y felicidades.

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      1. Gerardo Bustos Autor

        Gracias por tus palabras, Ramón. Me alegro de que te haya gustado y te pueda servir, al menos para ayudarte a analizar el lugar donde estás. Esa actitud ya es un granito de arena por tu parte en el cambio necesario.

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  12. Jack

    Es una de las mejores exposiciones que he leído en mucho tiempo. Se extiende a la empresa privada del mismo modo.
    España es un país de jefes con contados líderes que estos tratan de apartar o machacar. Pero como bien se comenta aquí, los jefecillos no pueden con el conocimiento de un líder, ni con su forma de pensar como persona. Algún día el país cambiará si quiere ser primer mundo. En estos momentos seguimos anclados en el tercer mundo de jefecillos y enchufados a todos los niveles empresariales, salvándose los emprendedores auténticos héroes sociales.

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