Cuando la Administración paga plástico a precio de hamburguesa


Gerardo Bustos

Al toque generalizado del ahorro, se están amortizando vacantes al por mayor sin criterio selectivo, y eso está suponiendo que los huecos de proyecto y actividad se cubren como sea. Las más de las veces, con directivos y predirectivos que acuden a apagar el fuego a tiempo parcial. De esta manera, pagamos grupos A1 para que una parte de su tiempo la destinen a hacer trabajos de C1. Ya se sabe que lo barato sale caro.

A golpe de plástico

Se ha extendido en muchas carnicerías la costumbre de despachar la carne con unas bandejitas de espuma con muy buena pinta. Terminan el envoltorio con vueltas de plástico retráctil derrochado con pasmosa generosidad. Te lo pesan, lo pagas y te vas tan feliz. Todo limpísimo, impecable, perfectamente empaquetado. Ya puede serlo, claro, porque realmente te han pesado la ternera con el envoltorio. Es decir, has pagado unos gramos de plástico a precio de ternera.

CC Foter

Pues yo tengo la impresión de que en la Administración vivimos una experiencia parecida a la de las carnicerías. En el marco del ahorro que todo lo puede, se suprimen vacantes por el sólo hecho de quedar “sin bicho”. Se cuantifica en bruto el ahorro del puesto de trabajo, pero no se mide lo que ese puesto deja de producir. Es decir, un pan como unas tortas.

El síndrome de Nuria

Días atrás nos sorprendía la noticia de que Nuria Martí, una bióloga española, forma parte del equipo de científico de Oregón (USA) que ha logrado por primera vez células madre embrionarias clonadas (el mismo ADN) de un adulto. Una tremenda revolución de la ciencia y el milagro de que una española esté entre los científicos del descubrimiento.

¿Milagro? Que va, lo de siempre: Otros han valorado lo que aquí hemos despreciado. Eso sí, alguien en su día trazó una línea roja sobre un nombre y gritó la frase mágica: ahorro administrativo. Lo cierto es que la bióloga fue víctima de un ERE en 2011 en el Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia.  El ERE supuso la pérdida de empleo de 114 de los 244 trabajadores y, lo que es peor, la pérdida de 12 de las 26 líneas de investigación.

Vista la habilidad selectiva del ERE, uno cae en la tentación de pensar que lo planearon los de Oregón, para llevarse a Nuria. Con la misma facilidad con la que los alemanes se llevan nuestros ingenieros «sobrantes», ésos que nos ha costado formar unos cuantos miles de euros al año en la universidad pública.

No es un caso aislado, porque el «síndrome de Nuria» es una mala manera de hacer las cosas, una línea generalizada de actuación a este lado de los Pirineos. A la ligera, superficial, a prisa y corriendo, improvisando, dando a la máquina de la ocurrencia, sin meditar, que eso desgasta. En definitiva, sin un plan serio y meditado. Pensando (se supone) en el corto plazo y sembrando puntapiés al futuro.

Desenfreno jibarizador

Con la ola de ardor jibarizador, una vacante dura menos que un pastel en la puerta de un colegio. Se evapora a bulto al clamor de «uno menos». No se mide qué es lo que se deja de hacer, qué servicio se dará más deficiente a partir de ahora, si ese puesto es el que sobraba en caso de sobrar alguno. Nada de eso, la razón que lo puede todo es la línea tachada en la relación de puestos de trabajo (RPT), envuelta en la etiqueta “ahorro administrativo”.

El planteamiento, además de escasamente eficaz, tiene algunos tintes insultantes. Está basado en la suposición de que todos los funcionarios sobran, de manera que al suprimir su puesto todo sigue igual. Con ese criterio no es necesario pensar: si hay uno menos, un ahorro en la «RPT» y sin consecuencias negativas. Pero es un criterio inconsistente. Sería lo mismo que decir: no hay presupuesto para luz, así es que no vengáis y ahorramos en energía eléctrica. Como si dejar cerrada la escuela o el hospital, por ejemplo, no implicara coste.

Despilfarros vestidos de ahorro

Y es, sobre todo, un planteamiento ineficaz, por indiscriminado y carente de planificación. Primero porque eso genera un movimiento de actuaciones, algunas de las cuales llegan al absurdo de ver como niveles superiores parchean como pueden, incluso con ellos mismos, los huecos dejados por niveles inferiores. En la práctica, por ejemplo, puedes estar pagando grupos A1 y niveles 28 o 30, que dedican parte de su tiempo y su preparación a cubrir huecos dejados por A2 o C1. Como la carnicería, pagando la envoltura a precio de carne. ¿Ahorro o despilfarro?

Pero lo más ineficaz de todo este planteamiento es el hecho de que de esta manera el dibujo a medio plazo de las RPT va  a estar determinado por las líneas de jubilación y no por las dosis de planificación.

Puede parecer una exageración, pero sólo es realidad aumentada para verlo más claramente.

Dibujar un plan 2.0

La estructura de la Administración no ha variado en décadas. Las Comunidades Autónomas que podrían haber articulado un marco diferente, han mimetizado excesivamente la estructura de la Administración General. Y los ayuntamientos, en cuando han contado con medios en estos años atrás del espejismo del ladrillo, han crecido mirándose en el espejo de la Administración General. Es decir, las estructuras y el diseño son arcaicos, responden a otros momentos.

Esas es estructuras no han variado en su diseño a pesar de toda la evolución de las comunicaciones, la búsqueda y gestión de información, la importancia de los contenidos, la electrónica, la tecnología. No han variado en lo sustancial a pesar de que internet ha cambiado radicalmente la mentalidad de un ciudadano que ahora quiere saber, participar y compartir, desde dentro, sin distancias.

El parcheo del ahorro de vacantes no es válido. Menos cuando lo que se plantea es si la estructura sirve o no sirve a nuestro momento. Precisamente las herramientas actuales son las mejores que ha habido nunca para implicar a todas las Administraciones y a todo el personal de esas administraciones, generando un gran debate que ayude a articular un gran plan sobre las estructuras y las RPT de las Administraciones.

Una sociedad 2.0 necesita una Administración 2.0 en toda su dimensión.

Se trata de determinar primero qué necesita actualmente la sociedad de la Administración. Y cuando eso esté claro, dibujar una nueva estructura administrativa y las RPT adecuadas para dar respuesta a esa necesidad.

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